Tradicionalmente se han categorizado las emociones como lo opuesto a la razón pero afortunadamente a finales del siglo XX diversas investigaciones pusieron de manifiesto que la inteligencia emocional era un solvente predictor de los logros profesionales y la satisfacción personal. El éxito arrollador del bestseller de Daniel Goleman «Inteligencia Emocional» popularizó estas conclusiones y definía este concepto como la habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás.
En palabras de Reeve las emociones son fenómenos multidimensionales:
- Son estados afectivos subjetivos a que hacen que nos sintamos de una manera en concreto ante una determinada situación pudiendo variar la reacción emocional de los distintos individuos ante una misma circunstancia.
- Son respuestas biológicas ya que cuando sentimos una emoción, nuestros cuerpos entran en un estado de activación que no se da cuando no sentimos emoción alguna.
- Son funcionales, es decir, tienen un valor adaptativo al igual que lo tiene el hambre. Por ejemplo, el miedo nos prepara para huir del peligro y la rabia nos prepara para la lucha frente a un posible enemigo.
- Son fenómenos sociales ya que producen expresiones faciales y corporales universales que comunican nuestras experiencias emocionales internas a los demás.
Por tanto, no hay emociones buenas o malas ya que todas tienen su funcionalidad sean éstas agradables o desagradables y debemos aprender a conectar con ellas y comprender cómo influyen sobre nosotros. A menudo, ciertas experiencias dolorosas que hemos sufrido a lo largo de nuestra vida pueden haber propiciado que hayamos intentado eliminar unas emociones en provecho de otras. Diversas investigaciones han demostrado que evitar las emociones no sólo es ineficaz, sino que incluso tiene el efecto paradójico de aumentar nuestro malestar a medio o largo plazo.
A continuación vamos a ver algunos consejos que puedes poner en práctica para dejar fluir tus emociones y tomar conciencia de ellas:
- Identifica las sensaciones físicas: En vez de ignorar tus emociones desagradables, empieza a escucharlas. Dirige tu atención hacia tu experiencia interior y observa cuáles son tus sensaciones corporales. Nuestras mentes y cuerpos no son entes separados, más bien se afectan entre sí a nivel muy profundo. Aprende a interpretar las señales de tu cuerpo que te indican la clase de emociones que sientes como, por ejemplo, una presión en el pecho o un nudo en el estómago.
- Amplía tu vocabulario emocional: El castellano es un idioma muy rico y variado y si empleamos su diversidad de matices para nombrar las emociones que estamos sintiendo estaremos más cerca de comprender nuestras emociones y sus causas. Trata de ser lo más descriptivo posible, si utilizamos para definir nuestro estado emocional una expresión como «estoy de bajón» cuando en realidad nos sentimos heridos, melancólicos o desesperanzados tendremos la sensación de no saber lo que nos pasa y limitaremos el conocimiento de lo que estamos experimentando.
- No juzgues la forma en la que te sientes: Como ya he mencionado anteriormente, las emociones tienen un importante valor adaptativo y nos proporcionan información sobre lo que nos está ocurriendo facilitando que tomemos consciencia de nosotros mismos y de la situación.
Se considera que existen seis emociones básicas siendo las demás una mezcla de estas emociones primarias por lo que vamos a ver cuál es su principal función para que podamos comprender la valiosa información que nos están aportando:
Miedo: Se activa por la percepción de daño o peligro ya sea de naturaleza física o psicológica y confiere a las personas una sensación de tensión nerviosa que les permite protegerse o huir del objeto temido cuando no se cuentan con suficientes recursos para afrontar la situación.
Alegría: Emoción agradable derivada de una sensación de satisfacción y triunfo y motiva a experimentarla de nuevo con conductas que vuelvan a generarla. Hace que la vida resulte más agradable y contrarresta las experiencias vitales inevitables de frustración, decepción y afecto negativo en general. Facilita la voluntad de las personas de participar en actividades sociales ya que el organismo está mejor preparado para encarar cualquier tarea con buena disposición y estado de descanso general.
Rabia: Es la emoción más caliente y pasional y su antecedente principal es el control ya sea físico o psicológico. También se activa por la frustración que produce la interrupción de una conducta dirigida hacia una meta como, por ejemplo, que no salga el refresco de una máquina y tampoco te devuelva el dinero. Es la emoción potencialmente más peligrosa ya que su propósito es el de destruir las barreras que nos impiden la consecución de nuestro objetivo y moviliza la energía hacia la autodefensa.
Sorpresa: Es la más breve de las emociones y extremadamente adaptativa ya que prepara al individuo para afrontar de forma efectiva los acontecimientos repentinos e inesperados y sus consecuencias. Activa un aumento repentino de la tasa neuronal y limpia el sistema nervioso central de la actividad en curso, preparando a la persona para que dedique toda su atención al acontecimiento sorpresivo. Por ser de duración tan breve, la sorpresa suele convertirse rápidamente en otra emoción como la alegría o el miedo en función de la situación que se presente.
Tristeza: Es la emoción más aversiva y nos informa sobre la pérdida de algo valioso para nosotros preparándonos para superar esa ausencia. Sus principales activadores son el duelo por la pérdida de alguien o algo como, por ejemplo, un ser querido o un trabajo y el fracaso como, por ejemplo, suspender un examen. La tristeza motiva a la persona a realizar cualquier conducta necesaria que esté en su mano para aliviar las circunstancias que la han provocado como, por ejemplo, pedir perdón a un amigo o estudiar más para el siguiente examen.
Asco: Implica una respuesta de huida o rechazo ante un objeto deteriorado o pasado. El significado funcional del asco es mantener y promover la salud y moviliza a la persona a eliminar y apartar objetos poco higiénicos o incluso cambiar sus hábitos para mantener un entorno sanitario e inhibir el deterioro físico o incluso psicológico.
- Escribe un diario emocional: Observa cuáles son tus emociones más frecuentes y cómo respondes a diferentes clases de situaciones emocionales. Tu diario emocional te facilitará detectar las emociones y sentimientos que te cuesta trabajo reconocer, aceptar o modificar, según te convengan o no, para una vida más satisfactoria. El principal objetivo de este registro no es dar solución a cada sentimiento, sino ubicarlo y darle su nombre exacto. Escribir tus emociones en cuaderno reduce la actividad de la amígdala, responsable de la intensidad emocional además de posibilitar la toma de conciencia y el autoconocimiento para incrementar tu percepción de las diferentes situaciones y el modo correcto de hacerles frente.
Sigue siendo emocionalmente satisfactorio, el poder todos los días aprender algo nuevo. ||GRACIAS!!
¡Muchas gracias Pablo! Más satisfactorio para mí es que a alguien le pueda ser de utilidad. Un abrazo